La primera vez que sostuve una cámara en mis manos, fue un momento que cambió mi vida para siempre. Era una cámara prestada, antigua y con carretes que debían ser revelados. La usé para mis clases de fotografía en la carrera de Diseño Gráfico y así fue como descubrí la Escuela de Arte Nacional. Fue una casualidad maravillosa que me llevó a este lugar donde aprendí a revelar fotografías como se hacía antiguamente y donde pude dar rienda suelta a mi creatividad. Desde ese momento, supe que no había límites para lo que podía crear. Me encanta el Diseño, pero la fotografía me permite capturar la ilusión de las personas y superar sus expectativas de una manera mágica que complementa mi vida.